dijous, 14 d’abril del 2011

16. Agridulce

Me pongo la camisa y la abrocho, me coloco la corbata como puedo –Cazzo- me rindo y la aflojo para disimular el aborto de nudo, suelto los dos primeros botones de la camisa y la meto por dentro del pantalón.
Miro mis pies. Creo sinceramente que debí haberme conseguido un par de zapatos a la par del traje: las Doc Marten’s definitivamente no terminan de congeniar con él… me dejo las perneras por fuera y parecen, más o menos, un par de zapatos bastante bastos. Habrá que conformarse.
Me acomodo la americana mientras tomo las llaves de casa y me echo un vistazo en el espejo, hacía meses que no lo hacía; un par de ojos de un verde que apenas recuerdo me devuelven una mirada llena de dudas. Hoy, sólo por esta noche, voy a ser sólo Mirko; Évola esperará en un cajón hasta mañana, con su ropa raída y sus porros y su mierda; ésta noche es para el recuerdo. Coloco el cuello de mi camisa –Acéptalo: no es precisamente tu estilo -, me echo el pelo todavía húmedo hacia atrás con una mano y me resigno con el medio dedo de raíces castañas que empiezan a asomar –…debería teñirme un día de estos.-

El frío londinense me recibe diligente en cuanto me asomo a la calle. Cierro la puerta tras de mí sin pasar la llave, bajo los raquíticos escalones metálicos de la escalera antiincendios y prendo un cigarro.
El aroma fuerte del tabaco negro forma una nebulosa a mi alrededor mientras cruzo el barrio hasta Bromley North para pillar un tren a Grove Park: tengo un rato largo de viaje, de hacer transbordos hasta Plaistow y, luego, patita otra vez.

Durante el trayecto interminable dos cosas retuercen mi estómago: el mono y los nervios, mala combinación. Fumo sin parar haciendo como que no escucho las quejas del resto de ocupantes el vagón; un ojo en la puerta en todo momento por si apareciera el revisor.
Salí con tiempo de casa, espero encontrar una floristería cerca donde agenciarme un ramo, algo, ¿no es eso lo que se suele hacer? Es la primera vez que Giulia me toma en cuenta para algo, quiero estar a la altura y que no se arrepienta de haberlo hecho; apenas si estuve en casa las últimas semanas, haciendo la calle como un loco para costearme la entrada y un traje decente, pero si con eso podemos estar a buenas por una vez habrá valido la pena. Por lo menos el paquete que le dejé la otra noche desapareció, espero que la veré hoy usando las puntas nuevas.

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